Kaleidoscopio (en palabras)



Beneficios colaterales:
de causas y azares…
(volviendo al santo oficio de la veleta)

Primera parada: La Riviera Maya!

Avión directo México -Cancún. Sin pretensiones de alto voltaje, sólo aerolínea baratísima. Fin de fiesta, experiencia per se: asientos elegidos en el momento de subir -cual reses yendo al matadero; fenómeno de masas, caímos donde pudimos: apilados en asientos del medio, cabezas rígidas, ni pedacito de cielo logramos de ver-. Guitarra que vale por perro (imposible costear este animalito de compañía que planéabase para juntar la moneda y calmar los momentos personales de desasosiego, que a veces los hay en estos viajes…). Aterrizaje sin instrumento, con la promesa de lucha contra los apegos burgueses, restituida y reforzada.

Cancún Cara A: ciudad de turismo nacional, comida de carritos en el Parque de las Palapas, algunos gringos escapados de sus fortalezas recorriendo la avenida principal. Reventa de artesanías hechas por manos mexicanas, malayas, chinas, a ritmo de explotación; precios europeos.
Cancún Cara B: veintitrés kilómetros de lujo sin respiro a la orillita del mar. Cinco estrellas, más cinco estrellas, más cinco estrellas, y así sustantivamente (que no sólo sucesivamente, verdad?). All inclusive, prisiones del confort.
Otra vez las dimensiones paralelas -el jardín de los senderos que se bifurcan-. Y las mil caras del Cancún que no conozco…

Así de repente, alégrome por estar al otro lado de la cerca. Reivindicación personal del camino nomás, que no desprecio o mera envidia a la canadiense que acabo de ver acostada en una reposera, cerveza en mano, mirando una película en su netbook frente al Caribe majestuoso y bonitísimo de tanto azul, eh?

Descansando en la “teoría del derrame” dimos por sentado que, habiendo tanto turista con dinero, naturalmente el efectivo se repartiría entre todos en la Riviera Maya (hoteles, restaurantes, bares y… hippies que intentan ser artesanos). Ingenuidad infantil: la torta no se reparte tan fácil y las paradas están copadas; los kiosquitos se defienden con uñas y dientes, claaaaro! -cómo es que el artesanato no está sindicalizado aún?-
Repetición de la historieta a lo largo del Yucatán sembrado de turistas (nosotros: “somos artesanos, queremos hippear" - ellos: "no al hostigamiento ambulante de los reyes del consumo regulado!").

Stop. Redireccionamiento obligatorio. Retrocede un lugar (o avanza varios casilleros, dependiendo de la mirada…)

 Destino: Valladolid!
Paradas siguientes: donde caiga la noche! Aprendizajes gracias a la falta del vil metal

Sin dinero y sin coyote, canta Lila... Esto cómo sigue? Elusión de las grandes ciudades, a pueblear se ha dicho!
Mapa en mano, escudriñamiento de los pueblitos más chicos, puntos infinitos en la búsqueda de tesoros.

Siguiente casillero: haciendo dedo por LA LIBRE. Sol maldito y conductores veloces que pasan de largo! Olvido automático de la paciencia como trabajo. Pienso por un instante que el viaje de 1 h 15 minutos en el 132 para ir al laburo no era tan estresante; actualizo la disquisición: trabajar todo un año por quince días de libertad viajera o libertad viajera full time con trabajitos como este… En esas ando con mi pepe grillo cuando frena un traillero y decide levantarnos (just on time). Siempre me salva la campana de la tormenta neurótica en puerta.
Desayuno maravilloso! (te apetecen tortillas hoy?)
Llegamos. Lo bueno de bajar en la ruta es que uno va entrando al pueblo de a poquito. Oliendo el maíz de las maquilas; viendo los niños en sus bicis; los perros con hambre crónica; las seños sentadas conversando en las puertas de las casas (espío para adentro y encuentro las hamacas que se mecen todavía); los hombres con sus sandalias, sus camisas blancas y sus sombreros de palma, volviendo de trabajar. Especifiquemos: dependiendo de la hora, el escenario pueblerino. Tal como cuento, a partir de las cinco de la tarde, que antes ni un alma perdida… Igualito que en mi patria chica, bah!
Noche en Holpechén (bien acompañados, no?)
Preguntamos dónde queda la plaza principal para empezar a reconocer el territorio. Dejamos las mochilas y nos sentamos.

Intento de aprender sobre las bendiciones del saber estar; de acomodar -escribiría la palabra “deconstrucción”, pero he abandonado ciertos vicios por ahora…- nuestro tiempo al tiempo de un pueblo que sigue el ritmo de la pacha y sus posibilidades. Rola la magia: la contemplación transmuta en apropiación, respeto.

Conversamos con los hombres que toman fresco en la plaza, a veces con la señora que vende chicharrones, con los chavitos que más se atreven a averiguar qué onda los güeros con mochilotas. A esta hora que cuento –cae la noche calurosa en Yucatán-, suelen sonar las campanas de la iglesia, que abre sus puertas un rato. Si no charlamos, compartimos nomás el asiento con alguien cruzando un par de palabras.

Cuando sale la luna y cae el fresquito, apura la necesidad de rinconcito pa´ descansar. Aquí es donde entran felizmente en escena los señores polis, sponsors oficiales de este Tour Latinoamérica 2011-2012. Debemos reconocer que a nosotros no nos ha amparado nunca la Iglesia, mas sí el Estado!!! Vamos directo a la Comandancia Municipal y, bajo los arcos del Palacio, sorprendentemente se arma la carpita viajera. Dormimos cuidados por “la banda policial” que hasta nos presta sus baños y la regadera (ellos no quieren sucios bajo su protección, vio?). Como la Comandancia es el centro neurálgico de los pueblos, solemos tener nuestros cinco minutos de fama y todo! A la mañana siguiente “aquí no ha pasado nada” y salimos a comprar tortillas con paso seguro.

Pero como las soluciones fáciles nos aburren, esto de “La Ley” cuidando nuestras espaldas se torna rutina y necesitamos un cambio de aire. Opciones? según caiga la moneda.
Tocó dormir en la playita, y ahí nos encontramos con Jesús. El posta, viajero del tiempo. Casucha de campaña armada al borde de su restaurancito rústico que vende camarones. Compañía silenciosa y sanadora con fondo de boleros y bajamar. Bendición no por la cerveza compartida y las tortas del desayuno madrugado (felicidad gastronómica de no olvidar); sí por la nobleza de una hermandad reconocida.

Tampoco nos privamos del ecoturismo. Léase: acampe al mero borde de laguna-plagada-de-cocodrilos (serían caimanes?). No es exageración, que sí subestimación de los carteles indicando fauna peligrosa en Cobá –corroboración a la mañana siguiente, cuando los vimos dejarse llevar tranquilamente por la corriente-. Vecinos que nos enseñaron a balbucear maya, vecinos de fogón compartido y tortilla caseritas.

El paso por Quintana Roo, Yucatán y Campeche. Azares y encuentros felices: la buena gente. La que no aparece en las fotos porque el impulso coleccionador de postales se detiene frente a las experiencias importantes y las preserva de la cosificación -hay registros más profundos para ellas-. La gente que nos compartió su andar, guiando estos pies nuestros en a búsqueda de cualquier camino que tenga corazón, como dice mi hermano con alma musicalizada por La Renga y su reciénestrenada libertad…



Misceláneas de la mexicanidad

"Ocurrires", miradas y sensaciones sobre lo poquito que conocemos de esta inmensa tierra, la caja de Pandora…

Des-Trabalenguas
Aquí en México los cordones de los zapatos son agujetas; las polleras, faldas; los bajitos, chaparros; lo picante, picoso; las camperas, chamarras; las remeras, playeras; llamar se dice “marcar”; los bondis, camiones; las zapatillas, tenis; y los tacos, zapatillas.
Los pesos mexicanos son baros; el quilombo es desmadre; lo trucho, chafa; lo que está bueno  es chingón; la gente de piel clara es güera (jerarquía en un mundo de verticalidades, vio?); las mujeres conchudas son unas pinches culeras; los hijos de puta son hijos de su chingada madre.
Los niños no son pendejos –nunca, nuncaaa!-, sino chavos, o chamacos- ; los sanguches son tortas; y las tortas son pasteles; las facturas son panes dulces; y el pan dulce, pudin; los chetos son fresas; y las fresas, nuestras frutillas. La remolacha es betabel; las paltas, aguacates; los maníes cacahuates.
Las despensas son abarrotes (o tendejones, dependiendo del tamaño del abarrote!); los mercados son tianguis; las heladerías paleterías. Alquilar es rentar; atención es atendimiento; los autos son carros; la ruta, carretera; y los jipis haciendo dedo intentan irse de ride (peor en Venezuela, donde es pedir la cola…)
Los clavos son pijas; hay panes de concha y dulce de cajeta. La bendita maconia es mota; las mujeres son “viejas” (morras en el lenguaje de la calle callejera); las tetas son bubis; las cervezas son cervezas –claras u obscuras-, pero siempre caguama (1.200 cm3, qué mierda!)!

Sabor (y olor) a tí. -apuntes gastronómicos-
México sabe a tacos, frijoles, enchiladas, chilaquiles, pozole, gorditas, chicharrón, chapulines, sopes, carnitas, tortas, mole, guacamole y guáaaacala a veces de tanto picor. México sabe a chileeeeee!!! Fruta con chile, medialunas con chile, palomitas de maíz con chile, cerveza con chile. La disquisición gastronómica sobre si condimento, ingrediente o pura mexicanidad nomás. Si habanero, de árbol, jalapeño o chipotle. Eso sí, guarda con los colores, que es como en las ranas: cuanto más colorida la cuestión, más peligrosa!
A cada pueblo su especialidad culinaria: los tamales oaxaqueños; los salbutes, los panuchos, la cochinita pibil y el relleno negro del gran Yucatán; el pan de cazón campechano; el mole poblano; los tacos de guisado en Cuernavaca; las nieves tepoztecas y la mar en coche. A ver; y la mar en tortilla -de maíz, que de harina –de trigo- es para la “fresitud”-. Marche todo con limoncito, por favor (hasta la sopa y los maníes, que te chupás los dedos!)
Ah! Y ojo al piojo! La mayonesa y el catsup (No ketchup, Catsup) para las pizzas, nunca para los tacos (únicamente bajo riesgo de deportación).
Un mundo de sensaciones, resumiendo. Pero a relamerse en el carrito de la calle o en medio del tianguis, que nunca en el restaurante turisteiro, por favor! No por la foto exótica nomás, que eso sería vanalidad irreverente, sino por el gusto del sazón amasado con sabiduría.
México sabe, definitivamente, también a pulque. Al pulque de la raza, de las pulquerías de mala muerte que sirven en jarra de plástico con embudo pa´ acertar en el vaso. A pulque de avena, de piña, de guayaba, de jitomate. Imperdibles. Eso sí, alta probabilidad de daños colaterales: la venganza de Moctezuma a los güeritos desprevenidos en medio del dulzor.
Esta tierra sabe a mezcal, aguamiel, tequila, licor de agave… Con sal y naranja, los caballitos que aguante la sesera. Ah!, sumando singularidades lingüísticas: la resaca es cruda, y hay quien recomienda los “toques” pa sacarla. Sólo testimonia quien prueba!
Pero el mundo de sabores es muuuuucho más increíble todavía, señores!: Agüitas frescas se venden!! De Jamaica y de horchata –arroz-; de chaia con limón, de nopal, de guanábana, de…. Si usted no es un turista gastronómico, recomiendo de todas formas un aventón temerario para probar al azar las maravillas de este país.
Sea cual fuere su aversión al riesgo en materia comestible, vaya al mercado, selecciones entre las decenas de frutas desconocidas y agradezca a la madre tierra por tanta bondad.
Postres de a miles. Colores lisérgicos. Puesto number one en el top ten: las paletas de Kiko, que vienen limándome el cerebro desde la infancia.
Pero digamos también sobre otros sabores de la mexicanidad gastronómica: los de importación. Sobre el cafecito de Starbucks que acompaña la torta del desayuno mientras la labor diaria convoca a los 9 millones de defeños en la zona metropolitana. De casi-litro, combo agrandado sin agregar cincuenta centavos. Y aquí viene la singularización indispensable: café de mango, de vainilla, de frutas tropicales varias–eso sí, sin chile, no sea cosa de aventarse con tooodo, eh?-. Sepamos, igualmente, que sí hay opciones económicas de hechura nacional; alternativas genéricas que sirven lo mismo. Hasta venden café en lata!! La colonización de Sex and the city por estos lares… Inevitabilidades de la contigüidad…
Lo de “Green-go” tampoco aplica al mercado golosinero!!! Malvavisco: artificialidad gomosa variopinta en colores y formas, susceptible de ser quemada sobre el fuego al mejor estilo campamento boy scout, versión mexicanizada. Mashmallow para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, a peso, a peso!
Eso, y el queso americano (el de la Mc-hamburguesa ), la miel de maple para los hot cakes y las donas de Homero… La norteamericanidad al palo en materia culinaria, bah.
Olores, latinoamericanos. México huele a maíz, a chicharrón, a guayaba, a café…; como Venezuela huele a gasolina, Ecuador a pescado frito y Cuba a caña.
Mezclas, convivencias, apropiaciones, imitaciones, herencias ancestrales y tradiciones, originalidades de la modernidad: la cocina mexicana. Los alimentos de los antiguos, las asimilaciones cuando comenzó la Nueva España y las importaciones etiqueta azul del neo imperio.

Musicalidades
México (me) suena a las olas tranquilitas del Caribe; a los monos aulladores de Palenque; a la chimenea del vendedor de camote con leche condensada; al atasco automovilístico del DF; a los jarochos de Veracruz; a las ofertas de los vendedores en los tianguis; a los charros de la Plaza Garibaldi; a los niños golpeando las piñatas de barro en las posadas (“dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino!”); a la música tocada para los muertos queridos los 2 de noviembre en los panteones; a las campanas en la iglesia de Valladolid; a los boleros que escucha Jesús en Lerma, a los gallos diabólicos de Santa Elena; a la Euge cantando Pappo; a las ranas que escuché esa noche en Cobá.
Esta tierra me suena al maya de Yucatán y al náhuatl balbuceado de Gaby en el restaurante argentino, pero también a las explicaciones en cinco idiomas de los guías en Chichén Itzá. México, la babel de 67 lenguas vivas.

Veo-veo
El verde de la hoja de palma en el tamal; los azules y amarillos en la casa de Frida y Diego; santa ritas de colores rebalsando por los patios; maíz azul; chile verde, chile rojo, chile…
Virgencitas de Guadalupe en todas las casas; calaveras vestidas y muertos festejados; guayaberas y hamacas en lugar de camas; casas de empeño cada 5 cuadras; centros históricos recién pintados para los turistas y periferias empobrecidas; la basura orgánica e inorgánica clasificada; güeros ocupando los primeros asientos y los morenos mirando detrás en espectáculos de entrada libre (territorialidades obscenas); primerísimos primeros planos de cadáveres mutilados por el negocio de la bolsa; a todas las personas diciendo por favor, permisito, perdón y gracias, “tu casa es mi casa”; a todos los mexicanos deteniéndose a dar una explicación sobre cómo llegar al lugar que pregunté.
Las seños hablando en maya con sus wipiles, puntuales en la misa dominical; “Prohibido escupir”/ “Respete las damas” en los colectivos; vagones exclusivos para mujeres en el transporte público; los defeños apilados en las filas para entrar al metro (y ni un insulto); campañas penosas y esperanzas escasas en este año electoral; mujeres miradas con hostigamiento; mujeres que aprendieron a desear ser tratadas como reinas soportando pesares esclavizantes; mujeres que se defienden y levantan la voz. Muchas manos cocineras, bordadoras, costureras, alfareras, artesanas; incansables y hacedoras.
Sometimiento ancestral, pero también Revolución y resistencia; revoluciones históricas y revoluciones domésticas, de las que hacen historia por insistidoras y de voluntades firmes.
Veo la posmodernidad arquitectónica del DF, vigilante, mirando hacia El país del Norte.
Y también veo el legado de los antiguos, la luz (no encuentro palabras, no me queda más que sentir y agradecer…) Veo México-iglesias cimentado sobre los dioses caídos- la refundación arrasante-. Dinero para engordar las arcas estatales con las dos cronologías (los orígenes y la imposición); empate técnico, inconmensurabilidad.
Reflejos de argentinidad en la mexicanidad. Hermandad latinoamericana. Raíces profundas, marcas ancestrales. Singularidades. Contrastes de los sutiles y bellos; contrastes de los bárbaros y obscenos. México-caleidoscopio; México-maravillas…

Eliana Pons


Urdiendo belleza... (Tepoztlán)
Virgencita de mi vida (Cuernavaca)
Ricuras pa deleitar el paladar (Taxco)

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